El oscurantismo de la Edad Media
Con la caída del Imperio romano terminan las brillantes culturas antiguas. Las invasiones de los barbaros, iniciadas hacia el año 400 después de Cristo, ponen fin a las relaciones comerciales y culturales entre Europa y Oriente. La Edad Media abarca desde el año 400 hasta el 1400 y, en líneas generales, representa para Europa una época de oscurantismo e inmovilismo en lo relativo a la ciencia y a la cultura.
Desde el punto de vista de la estructura social, impera el feudalismo, caracterizado por la fidelidad y la obediencia de los siervos a los señores. El señor feudal, pequeño rey en sus tierras, ofrece protección y seguridad a sus súbditos a cambio de parte de su trabajo y de su producción agrícola.
Desde el punto de vista religioso, la expansión del cristianismo, con la definitiva consolidación de la Iglesia católica, genera una nueva moral, mas severa y rígida que la existente en culturas anteriores. Aparecen instituciones como la Inquisición, causante de multitud de sacrificios humanos, y todo intento por aportar verdades nuevas se estrella una y otra vez contra el muro de la intransigencia.
En este entorno, la mujer se concibe como un ser destinado a la procreación, sin papel social relevante y con el fin ultimo de la salvación de su alma gracias a una vida casta y pura.
Ambos aspectos, el social y el religioso, tienen una influencia decisiva tanto en los cuidados corporales como en las practicas medicas.
Todo adorno personal es considerado banal y provocativo, reminiscencia de la corrupción y la decadencia que acompañó el final del imperio romano.
También las practicas médicas quedan relegadas, por entenderse que la enfermedad no se debe a causas naturales, sino que tiene un origen religioso: el castigo por el pecado. No es difícil entender como, en este contexto, los baños públicos, la practica de los masajes, la cosmética, la peluquería, etc., fueron quedando en el olvido mas absoluto.
Bizancio, Bagdad y Córdoba
No todo se pierde. Parte del esplendor del Imperio romano continúan en Bizancio, situado en la zona mas oriental de Europa.
El Imperio bizantino, considerado como el Imperio romano de Oriente, resiste las invasiones bárbaras y sobrevive hasta que en el siglo XV es conquistado por los otomanos. Con capital en Constantinopla, hoy Estambul, Bizancio mantiene cierta exquisitez y cierto lujo en sus comportamientos cotidianos.
Sin embargo, el mayor esplendor de la Edad Media corresponde a la cultura árabe y se centra en Bagdad, la capital del Imperio islámico.
Esta corte es la sede del lujo, las joyas, los perfumes y tejidos preciosos; inspiradora de las famosas historias de Las mil y una noches, eclipsa culturalmente al Imperio de Occidente, dominado entonces por Carlomagno.
A partir del año 800, los árabes entran en España y consolidan su invasión durante ocho siglos. En este tiempo transmiten su cultura y su refinamiento, y nos dejan legados tan maravillosos como Granada, Sevilla y Córdoba. Esta ultima ciudad se convierte en el centro de la cultura universal.
Las cruzadas
Éste es el nombre que reciben las expediciones militares que los caballeros de Occidente organizaron para reconquistar los santos lugares, en los que había transcurrido la vida de Jesucristo y que estaban en poder de los musulmanes.
Si bien tuvieron las cruzadas mucho de aventura, no se pueden olvidar las poderosas razones comerciales que las motivaron. Los mercaderes venecianos y genoveses se dieron cuenta que gracias a ellas podían abrir nuevas rutas comerciales con Oriente y conseguir sus preciadas especias. Es la época en la que el espíritu aventurero de Marco Polo le lleva hasta la corte de Gengis Khan, en la lejana China.
Las cruzadas ponen en contacto el mundo cerrado de la Europa gris y oscura con la cultura oriental, que entonces estaba en pleno apogeo. Se comienzan a usar tejidos de algodón, muselinas, damascos y sedas, de tacto suave y agradable y de brillantes colores. Se descubre la cirugía árabe, mucho mas desarrollada que la occidental. Se observa que la cocina oriental es más variada y suculenta que la propia y no se tarda en consumir en Occidente azúcar, melón, limón, ajo, y multitud de especias.
Los cruzados se sorprenden también de que en 1250 los musulmanes respondan a sus ataques con espadas con "fuego líquido", que no es mas que pólvora, desconocida en ese momento en Occidente.
Muchos cruzados se quedan a vivir en Oriente; en la isla de Rodas.
En definitiva, con las cruzadas se abre una ventana de aire fresco que poco a poco tiempo después la vieja Europa llevaría a su máxima expresión con el Renacimiento.
El arreglo personal
Los hombres utilizaban camisas y calzones, y la mayoría se afeitaba. Los guerreros llevaban cota de malla. Como consecuencia de las cruzadas, los hombres vuelven a vestirse con túnicas.
Las mujeres usan ropa que les proporciona una silueta mas bien rígida, pero, al regresar los cruzados, los trajes femeninos se enriquecen con pieles y joyas.
El peinado
Hacia el final de la Edad Media aparece en escena la figura del barbero tal y como lo entendemos ahora. Gracias al descubrimiento de antiguos tratados latinos y griegos que se habían conservado en los monasterios durante siglos, los barberos recuperan un oficio olvidado.
En una primera etapa, las largas cabelleras que llevan los sajones causan tanta admiración al resto de los pueblos barbaros que, especialmente los normandos, se dejan crecer el cabello y se lo ondulan con hierros caliente.
La influencia de la figura del Jesucristo también crea moda: muchos nobles cristianizados se dejan crecer la melena con raya al medio, imitando la imagen que se tenia de Cristo.
Las mujeres, al igual que los hombres, se dejan crecer el cabello y se lo recogen en dos trenzas que suelen cruzar por encima de la cabeza como si fuese una diadema.
Alrededor del siglo IX, Luis el Piadoso y Carlos el Calvo introducen la costumbre de pelarse las sienes, el lateral de la cabeza y la nuca, con lo que hay que utilizar gorros para abrigarse.
Se produce un nuevo cambio en el siglo X, cuando el cabello se recorta a mitad de las orejas para que caiga simétricamente alrededor de la cabeza. Finalmente, se entra de lleno en el Renacimiento con el uso habitual de tupés y la consolidación de un grupo gremial de peluqueros que desarrolla el arte y la ciencia del cuidado del cabello.
Texto integro de la fuente: Curso de Peluquería y Estética Profesional de RBA Editores
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