El siglo XX: moda efímera

Con el cambio de siglo se suceden los acontecimientos de una manera trepidante. Una sociedad nueva y moderna se despereza e imprime a la vida cotidiana una gran ilusión por el futuro. Hay numerosos inventos (el teléfono, la radio, el automóvil, el avión, el cine, etc.) y adelantos científicos. Los primeros pasos del capitalismo aportan cierta estabilidad y prosperidad económica, además de erigir a Estados Unidos como gran potencia mundial. No obstante, París no pierde en ningún momento su posición privilegiada como creadora de modas.


Hasta la primera guerra mundial

En 1910 hace furor en Europa la moda japonesa, el kimono de mangas anchas y telas de seda estampadas. En las principales ciudades europeas se abren los primeros institutos de belleza. El impresionismo en la pintura da entrada a una efervescencia artística que durará mas de veinte años (surrealismo, dadaísmo, futurismo, expresionismo, etc.) y constituirá una clara muestra del profundo cambio que se esta produciendo.

Las mujeres vuelven a enrojecer sus mejillas y se pone de moda que estén un poco gorditas. La ropa es mas informal, y la vida tiene mas atractivos.


Los felices años veinte

La primera guerra mundial (1914-1918) supone un duro golpe moral para las sociedades contemporáneas. Acabada la guerra, la necesidad de olvidar la depresión en la que había caído Occidente se manifiesta en un insólito furor transformador, lleno de alegría y diversión. Son los felices años veinte, la época del charlestón, del jazz y de la trepidante carrera hacia la modernidad.

La mujer pasa a desempeñar un papel muy diferente hasta entonces. Su incorporación al trabajo, sobre todo en las fabricas, la obliga a buscar en su vestimenta y su peinado la máxima comodidad. Paul Poiret y Madame Chanel son los grandes impulsores de una moda que, además de bella y practica, liberaliza a la mujer y le otorga la nueva condición social que le corresponde. El pantalón largo y la camisa de botones son testimonio de su inteligencia clara e intuitiva. Recién acabada la guerra, se crea la ropa "locos años veinte". Se acortan las faldas y el maquillaje se convierte en un habito normal de la mayoría de las mujeres. Las medias, hasta entonces de algodón, pasan a ser de seda.

A mediados de esta década surge la moda del corte a lo garçon (a lo chico), creación de Antoine -celebre peluquero parisino de origen polaco-, que consiste en cortar el cabello tal y como lo llevan los hombres. Más adelante se aplicó a este peinado un sistema de ondulado con tenacillas calientes llamado la marcel en honor de su creador, Marcel Grateau.

Esta primitiva ondulación abre grandes expectativas y revoluciona la moda del peinado. Ya no serán, sin embargo, cortesanas ni reinas las que marquen las pautas. Las nuevas reinas de la moda son las estrellas de cine, arte en auge que desata las pasiones mas encendidas. Las modas surgen y desaparecen con la rapidez con la que se rueda una película o nace una nueva estrella; así, por ejemplo, a la ingenua de tirabuzones le sucede la rubia angelical de cabellos cortos, con permanente, cejas delgadas, pestañas postizas, ojos sombreados y boca enorme.

A finales de la década destaca una mujer por su elegancia y su belleza distante: Greta Garbo. Con su cabello rubio, sus cejas delgadas, sus pestañas postizas y sus ojos enormes, se convierte en un mito.

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Desde la segunda guerra mundial

La enorme carnicería que supone la segunda guerra mundial (1939-1945) representa, sin embargo, un gran laboratorio de pruebas para la medicina.

Este es el caso de la cirugía plástica, que en sus comienzos estaba destinada a reparar los destrozos ocasionados en el cuerpo durante la contienda y que pasó a tener una finalidad de embellecimiento mediante la corrección de los defectos corporales o faciales.

También la música pop entra de lleno en este juego de influencias. Es el caso de la melena recortada y el flequillo de los Beatles, que hacen furor en todo el mundo, o de las largas melenas de los roqueros tiempo después.

En 1950, el atractivo de una mujer conmociona a la sociedad. Se trata de la actriz francesa Brigitte Bardot, que impone un maquillaje muy exagerado en los ojos, con los labios casi desdibujados para que toda la atención se centre en aquellos. Ella populariza el cabello largo y despeinado, símbolo de los movimientos pacifistas y revolucionarios de los años sesenta, como el movimiento hippy y el Mayo francés del 68.

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Paralelamente se perfecciona el sistema de permanente hasta llegar a los métodos de finales de siglo, que crean un ondulado natural al cabello.

En 1956 se impone el plástico y las nuevas fibras, como el rayón, el ordón, el nilón, etc. En este mismo año se produce un descubrimiento químico que tendrá gran importancia para la cosmetología: la síntesis del ADN.

En 1960, el cine continua creando prototipos femeninos, aunque le sale un gran competidor: las revistas femeninas, que divulgan de moda de la alta costura. Este tipo de prensa impone también el estilo de las modelos fotográficas: el maquillaje y los trucos que utilizan se hacen del dominio publico. Así surgen la banana, la sombra de ojos blanca en los parpados, el moldeado del rostro con dos colores distintos de maquillaje, las sombras y los coloretes en los pómulos y mejillas, la utilización de pestañas postizas por grupitos para que parezcan mas naturales, etc.

A partir de 1970 la variedad en los gustos y formas de peinado es la nota destacable: coletas, moños, pelo largo, corto, rizado, liso... Se rescata incluso el peinado de otras culturas, como el reggae, que a través de su música recupera las formas de peinarse en África, y convierte el cabello en una infinita sucesión de pequeñas trenzas adornadas con colores muy vivos.

Las modas son efímeras: duran escasamente un año. El deseo por parte de las casas comerciales de incrementar las ventas provoca cambios rápidos en la moda, y lo que hoy es actualidad mañana es sustituido por algo nuevo y distinto.


Texto integro de la fuente: Curso de Peluquería y Estética Profesional de RBA Editores

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